Venecia [Matt]

Que bonita era Italia, sobre todo Venecia, sus calles inundadas.
Pasó por el puente y apoyó los codos en el puente mirando hacia abajo las góndolas, con las parejas enamoradas besándose mientras el gondolero les paseaba.
Alzó el rostro hacia la luna mirándola. Que tranquilidad y la suave brisa que hacía le encantaba.

Había hecho un viaje a Venencia por temas de trabajo ya que su
padre andaba algo pachucho le toco a él viajar para zanjar esa
reunión de negocios.
Iba en una de las godolas rumbo hacía su hotel cuando vió a una
bella mujer mirando por uno de los numerosos puentes a la gente
que iba las barcas,cuando sus miradas se encontrarón le dedico una
sonrisa y le dijo al gondolero que parar en la parada más cerca de ese
puente no iba a perder la oportunidad de conocerla.

Su mirada se topó con un hombre guapísimo, ains, ¡porfin se encontraba con uno de esos modelos que ella solía ver en la revistas y luego, al salir a la calle, nunca los encontraba!.
El tipo se bajó de la gongola y fue hacia ella, pero acabó tropezando y cayendo de boca justo a sus pies. Se llevó la mano a la boca para no reirse.
- ¿Estás bien...?.
Un momento, se agachó y lo olió toda descarada.
- ¡Chucho!

J**er menudo pellejazo más tonto,se levanto corriendo
sonriendo algo avergonzado.
Miró a la chica bien debía haberlo imaginado una belleza
como esa no podía ser normal.
-Uag una chupa sangre si llego a saber eso no me bajo de
la gondola-

Alzó una ceja y movió su pelo a lo Loreal, toda orgullosa ella.
- Pero te has bajado, tonto, los lobos seis siendo hombres después de todo, y demostráis que solo pensais con eso.
Señaló su entrepierna. Una pareja de ancianos se quedaron escandalizados al verla hacer eso.

Que sensibles eran los humanos para esas cosas,vamos que ese
par de ancianos no se hartan o se han hartado de fornicar,en
fin.
-Toche vampirita ahí tienes razón yo por ejemplo soy de los que piensan mucho con aquí mi amiguito del alma-

Pestañeó varias veces incredula. Oi, y lo reconocía. ¡Por fin un hombre sincero! Y tenía que ser lobo, que pena.
Se acercó a él con la cabeza gacha mirándole la entrepierna. Estiró un poco de la cinturilla de sus pantalones para verla.
- ¡Una anaconda!.